jueves, noviembre 04, 2010

prometo regresar de vez en cuando

Y pensar...y vivir y día tras día. ¿Dónde se queda nuestra esencia? ¿Los pequeños detalles, las pequeñas ilusiones escondidas entre canciones y los recuerdos? Esas sonrisas que te ayudan a sobrevivir, esos letargos, esas chispas que te encienden. Aparecen sobre mi de repente, incitadas por antiguas melodías que devuelven recuerdos encerrados. Porque cuando eres más pequeñita, logras fundirte en ti misma, necesitando sólo una canción y unos pies que te lleven danzando por la habitación, como una bailarina solitaria. Tu mente y tu cuerpo se compenetran, se enamoran, sienten y se dejan llevar (como el mar lleva a las olas hasta las rocas...).
Menos conexión, más tensión, amargura, sentimientos que fluyen tan rápido que parece que pasas de nuevo por la preadolescencia. No deberíamos dejar de entendernos y de escucharnos, por mucha gente que haya haciendo ruido. Porque hay que respirar, porque no se puede entrar en un bucle de sentimientos y actos que llevan a la desdicha.